El Papa, desde Londres, aseguró que los cristianos deben soportar humillaciones por la fidelidad a la Iglesia. Desde este medio, aunque jamás lo leerá, se le contesta que es verdad. El Papa Benedicto XVI denunció anoche en Londres que el precio que tienen que pagar los cristianos por la fidelidad al Evangelio “no es ya ser ahorcados o descuartizados, sino ser excluidos y ridiculizados por una sociedad en la que el relativismo moral e intelectual amenaza con minar sus pilares”. Pero que no está mal: a veces, sentirse humillado ayuda a cambiar el punto de vista. De la misma forma me sentí yo el día que un exponente de esa misma iglesia salió a decir, sin empachos, que los gays deberían nacer muertos; o cuando desde esa misma iglesia insisten en que los curas que abusan de menores "son los menos" y como castigo... son trasladados a otra iglesia donde haya más niñitos. Tal vez, haya llegado la hora de renovarse y dejar de buscar en el otro la culpa que sólo vive en uno mismo.