AUNQUE SUENE INCREÍBLE, ESTO OCURRIÓ EN UNA MESA ELECTORAL

Pasadas las horas desde que se cerró el acto eleccionario, una vecina de nuestro pueblo nos escribió un mail en el que nos relata un claro ejemplo de clientelismo político, ocurrido ayer. En realidad, no es nada nuevo lo que relata. Todos vimos cosas similares. Lo bueno, y rescatable, es que -con los votos- la gente ayer aprendió a decir "no quiero esto, quiero aquello". El mail enviado por esta vecina dice: "Estimado Pablo: te envío unas líneas que escribí relatándote lo que ocurrió ayer domingo en una de las mesas electorales: '"había una vez un circo…', reza la canción. Y en este breve relato, quiero contar algo que sucedió en una mesa electoral. A media mañana un señor -castigado por el trabajo-, entró a votar. El mencionado señor tenía "unas copas de más". Sí, desde temprano. Pero no es "las copas" lo que llamó mi atención, sino la manifestación que hizo ni bien entró a votar: "a mi me trajo fulano de tal a votar”. A esta altura, cabe acotar que "fulano de tal" es un encumbrado político local, que ayer usó su auto particular para llevar y traer gente desde y hacia los lugares de votación. Esta persona apoteósica por su aseveración, repitió varias veces quien era el que lo había llevado en su auto hasta la escuela a votar, y lo hizo hasta que el presidente de mesa le pidió silencio.
Ahora, vos te preguntarás porque reivindico la anécdota... porque no es una mera anécdota, sino es una muestra de clientelismo, de sumisión, de una política de vieja usanza. Un sistema perverso que estructuralmente se reproduce, cuyo principal fin es lograr votos por un interés personal, "sumar votos para negociar cargos". Al ser testigo de este episodio opté por compartirlo con vos y todos tus lectores, para poder reflexionar entre todos varios aspectos del clientelismo político, la relación entre el puntero y el cliente-votante, las necesidades reales que hacen que la gente caiga en esa la compra de voluntades. Porque, (a esta altura hay que reconocerlo y dejar de ocultarlo tras la cortina), la miseria y las necesidades básicas están insatisfechas en nuestro pueblo. Y otro aspecto para repensar es: desde el punto de vista moral del político que construye poder a través del clientelismo político, ¿quiere lograr el poder para quién?... ¿el Poder para qué? ¿Qué hace que el político no pueda generar adhesiones sin comprar voluntades? ¿En qué medida es real el clientelismo? ¿Por qué tanto interés en conservar espacios de poder, cómo lo es la Comuna? ¿No podemos trabajar para los teodelinenses desde otros ámbitos? ¿Nos sirve el clientelismo político? ¿Se acuerdan de generar alguna política para la gente desamparada en época no electoral? ¿Hasta cuándo? Aparentemente ellos no sienten culpa, sino que juegan su juego “Su interés personal". Muchas gracias por publicar este mail".