LARGA FILA DE TEODELINENSES PARA PRESENTAR LISTAS

El cierre y presentación de listas en Santa Fe hizo viajar a los políticos locales. Y nuestro medio estuvo allí, cubriendo la fila que se formaba a medida que iban llegando (foto). Ya en horas de la mañana, se vio arribar una gran jaula; de la que -luego de ser bajada de un camión-, descendieron 1254 pollos corriendo, al grito de "que no nos agarre Dionisio, que nos manda al asador". Detrás de estos plumosos ejemplares, bajó el tal Dionisio saludando desesperadamente, cual pintor al que se le volcó el látex; secundado por un joven Robertito que -a latigazo limpio-, manejaba a la perfección a las gallinas desobedientes. Sin formular declaraciones a la prensa, ambos ingresaron al lugar donde se presentaron las listas, cantando una sinfonía mezcla indecisa entre Marcha Peronista y We Will Rock You; mientras pedían la libertad de un detenido político. Algunos minutos más tarde, hizo su arribo triunfal Davicito; acompañado por su inseparable Gaby. Para evitar brindar declaraciones apresuradas, Davicito obligaba a Gaby a realizar 485 saltos de rana y 568 flexiones antes de entrar. Tras ellos, un sinfín de niños cantores vociferaban las últimas tres jugadas de quiniela provincial. Como si eso fuera poco, cuando aún no habían ingresado estos candidatos; hizo su arribo Federico Abello, quien deslumbró a los presentes luciendo su nueva figura con 35 kilos menos, producto de sus largas caminatas por el barrio. Tras el, relatando todo minuto a minuto y pronunciando exageradamente las "s", se la visualizó a su compañera de lista, Claudia Morán. Sin ser menos que los anteriores, entraron a paso firme al lugar donde se presentaban las listas, dispuestos a ser los primeros en figurar como teodelinenses que presentan la lista; cosa que fue abortada cuando se enteraron que adentro, desde el domingo a la noche, se encontraban otros dos candidatos: Pichicú y Alfonsina Montes, quienes acamparon -a fuerza de palo, bombo y alcohol-, con tal de no ser primereados por nadie. Cuentan quienes los vieron que, para hacer menos tediosa la espera, Alfonsina recitó varias veces el poema "La niña negra", poniendo especial énfasis en la parte que dice "Las otras niñas del barrio jugaban en la vereda; las otras niñas del barrio no quieren jugar con ella", puesto que le trae a la memoria la situación de su amada Señorita M. Finalmente, sobre el cierre de la hora, una caravana de 4x4 que venía a altísima velocidad estacionó sobre la vereda que no corresponde (tal su costumbre), y de ellas bajaron varios hombres de negro. Tras escrutar de que todo estuviera en condiciones, comenzó a descender la comitiva oficial. En primer lugar, bajó el presidente comunal suplente, quien se encontraba acompañado de su amante (con sus ínfulas de señora "bian", sus eternos tacos de plástico y las extensiones de nylon); el que lloraba a mares por considerar una traición que no fuera él el elegido para sentarse en el sillón. Tras ellos, hizo su bajada la gremialista convertida, quien luego de espiar para los costados, desenrolló la larga alfombra roja sobre la que caminaría, segundos más tarde, Nelly Nervios. En su mano izquierda, Nellicita llevaba una fusta con la que castigaba al pobrerío que se le cruzaba en el camino; mientras de la mano derecha sostenía algo similar a un collarcito; del que estaba agarrado el Nene. Tras ellos, descendió de otra 4x4 Luisito 0007, quien iba sosteniendo una palangana en sus manos, dentro de la cual vertía sus lágrimas de perdedor genético, mientras indicaba que no es justo haber puesto toda una vida al servicio de cuanto curro hubiera y ahora, que lo podrían haber nombrado candidato, lo ignoraran de nuevo. Después de todo, a él lo vota su mamá...